jueves, 21 de octubre de 2010

Soledad no deseada

Él también está solo entre mucha gente.


Salir a la calle. Caminar con las manos en los bolsillos. En el cuello, mi pañuelo. Ese que te gusta porque dices que huele a mí. Miro hacia el suelo, sin saber a dónde voy, simplemente ando. Y mientras suena algún guitarrista soñador en mi iPhone, pienso en ti. Es como si estuvieses a diez mil años luz de aquí. Pero estás tan cerca, que parece que te esté escuchando. En ese momento, una brisa de aire frio me atraviesa. Simplemente avanza sin mirar lo que deja atrás. Arrastrando todo lo que se pone en su camino. Arrastrándome a mí.

Pero por mucho que pida auxilio, no lo encontraré. Ahí es cuando me doy cuenta que estoy solo en medio de un montón de gente.

¿Alguien se dará cuenta? ….

martes, 19 de octubre de 2010

Solo los peces muertos se dejan llevar por la corriente


Martes por la tarde. Manos frías y ganas de tocar. Tocar esa nuestra canción. Con aquella que podíamos reí y llorar, enamorarnos y separarnos. Aquella que sonó cuando estábamos frente al mar, que sonó en los días de siesta, en tus atardeceres ausentes, en mis noches solas y en nuestras lunas llenas. Quiero que me atrape, que me envuelva, que me lleve contigo, y volver a estar entre tus brazos. Hoy, al igual que ayer, y que hace ya tres meses, quiero volver a verte, volver a sentirte. Poder coger tus manos, mirarte a los ojos, sonreírte y que sonrías.

Pero eso no podrá ser, elegiste borrarme de tu vida como se borra un error en un papel.

jueves, 14 de octubre de 2010

Contigo

GiroGirona


Inspira…. Cierra los ojos… Expira… Disfruta de la brisa que te acaricia suavemente y túmbate en mi regazo. Acurrúcate. Tranquilo, ya pasó todo. Ahora son mis manos las que te acarician. Te siento a mi lado. I feel you. Por fin sin ataduras. Ahora puedes ser quien eres sin pensar en lo que podría pasar, en lo que podrían pensar, en cómo te miraría.

¡Shh!, escucha los silencios y ve lo que solo las notas te enseñan. Interpreta y siéntelo. ¿Lo notas? Es un sentimiento indescriptible, el sentir como se clavan las cuerdas de mi guitarra en tu piel, atándote a mí. Cada sonido te eleva y te lleva al mundo más lejano, donde la gravedad no existe, donde solo existimos tu y yo.

Ahora ya sí que sí. Ahora todo es perfecto. Tú y yo entre la inmensidad más infinita de un café con leche en la terraza de algún acogedor bar de la pequeña Barcelona. No se ve el mar dices. Es cierto, este bar no tiene vistas, tan solo una vieja catedral. Pero yo si lo veo. Eres tan cristalino y puro, que puedo verlo reflejado en el azul de tus ojos, esos sin sentido, lo que no hablan pero lo dicen todo. Aquellos que en su momento te delataron y que hoy me devoran. Aquellos que ayer lloraron por un imbécil que a día de hoy no ha sido capaz de decirte un “Te quiero” sincero.

¿Pero quién soy yo para valorar esto? ¡Si todavía sigues con aquel imbécil! Son las cosas raras que tiene la vida que solo se explican escuchando alguna bella canción de algún modesto pero gran músico.

“Tus doce cuerdas me muestran tu imagen; tu voz, tu dulzura; y tu, tu lo capaz que eres de sorprendernos a todos. Grande.”